Se desarrollan drogas más específicas que pueden unirse a las proteínas, junto a anticuerpos diseñados para causar acciones muy concretas, que se combinan con un conocimiento avanzado de las mutaciones genéticas: todo conducirá a mejores tratamientos contra determinadas enfermedades como el cáncer. Los tóxicos utilizados en la actualidad para tratar el cáncer pueden tener efectos secundarios nocivos en los pacientes, pero en 2025 los medicamentos serán más precisos y exactos, con efectos secundarios reducidos.
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