Aguas cargadas de bicarbonato y calcio han creado el paisaje blanco y turquesa de Pamukkale (castillo de algodón, en turco), situado al suroeste de Turquía. Las terrazas de piedra caliza y travertino que bajan la ladera crean unas piscinas termales que se han convertido en una de las mayores atracciones turísticas de la zona.
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